Desde la apertura de sesiones en el Congreso, la oposición viene instalando con su discurso una eficaz mentira: que la deuda de Macri la tomó el Frente de Todos.
Es tradición en otras democracias hacer seguimiento de los debates en comisiones y en las cámaras de diputados/as y senadores/as. Recientemente, The New Yorker realizó una extensa entrevista a Alexandria Ocasio-Cortez, una de las voces de avanzada más destacadas del parlamento gringo. Ocasio-Cortes, representante del Partido Demócrata por Nueva York y partidaria del New Green Deal, dijo sin amagues que los modos en que la derecha conservadora usa el congreso (debates de mala calidad, performances que rozan lo ridículo) hacen de esa ágora “un espectáculo de mierda” (sic). Y remató: “Es escandaloso, todos los días. Lo que me sorprende es cómo nunca deja de ser escandaloso”. Blindaje mediático, aportamos desde estas líneas, desde donde también seguiremos algunas de las discusiones que se den en comisiones y en los recintos del Congreso de la Nación, entendiendo que en toda democracia existe una oposición, pero que esta no debe atentar contra el propio sistema democrático, sino proponer y debatir de acuerdo a reglas dentro y fuera, porque ya sabemos que los recintos del Poder Legislativo son una caja de resonancia de intereses que los cruzan. Intereses en pugna que deben tener la valentía de ser nominados ante los distintos públicos con menos circo, mayor reflexión y transparencia. Para esto, creamos este espacio que inauguramos reflexionando sobre los discursos opositores en la sesión de apertura legislativa de 2022.
El cambalache de Juntos por el Cambio
Eran las 12.46 del martes primero de marzo y el discurso del presidente Alberto Fernández avanzaba enumerando logros, propuestas y alguna crítica. Sin alterar un tono monocorde, llegó el turno de hablar de la brutal deuda externa en dólares ante el FMI que el macrismo-UCR gestionó de espaldas a ese Congreso (muchos/as de sus diputados/as repetidos/as presentes lo eran en aquel momento) y afirmó: “Este acuerdo tampoco releva al Poder Judicial de avanzar en esa investigación. Los argentinos y las argentinas tienen el derecho de saber cómo ocurrieron los hechos y quiénes fueron los responsables de tanto desatino”.
La estrategia busca ocultar que Macri tomó la deuda más grande de la historia del país.
“Desatino” fue el término que se utilizó para calificar al endeudamiento descomunal que el FMI facilitó flojito de papeles. “Desatino” y un pedido para que el Poder Judicial investigue el endeudamiento y el destino de esa millonada que no fue ni a obra de infraestructura, ni nada que se le parezca. Recordemos el significado preciso de la palabra escogida: “Dicho o hecho muy equivocado o desacertado, falto de tino o prudencia”. Hagamos el ejercicio de sustitución: “Este acuerdo tampoco releva al Poder Judicial de avanzar en esa investigación. Los argentinos y las argentinas tienen el derecho de saber cómo ocurrieron los hechos y quiénes fueron los responsables de tant(a) equivocación o desacierto, falto de tino o prudencia”. ¿Fue la calificación del acto del endeudamiento como “desatino” lo que levantó la furia de los “halcones” y “palometas”? ¿O fue el pedido al Poder Judicial para que investigue un hecho a todas luces funesto de nuestra historia económica? Y si fue esto último, ¿quiénes deben investigar en una República, con división de poderes, hechos dolosos según los ofendidos? Quizá correspondería recordarles que son los tribunales de justicia y no los servicios de inteligencia los que tienen esa tarea, por lo que deberían guardar coherencia y bancarse la decisión.
Lo que siguió fue una comedia de enredos y mal gusto. Ofuscados/as, parlamentarios/as “duros” del PRO y de un sector del radicalismo se fueron del recinto en paso de minué sospechosamente estudiado, levantando papeles y/o carteras y abrigos, como cuando una charla se interrumpe. ¿Saben lo/as parlamentarios/as qué es una “apertura de sesiones”? ¿Ustedes se imaginan a un parlamentario republicano actuando como patrón de estancia (cowboy, en ese caso), levantando el dedo para pedir la palabra en un acto institucional reglamentado en el que el presidente concurre al Poder Legislativo a dar su discurso como titular del mismo?
En este cambalache, el diputado Mario Negri esgrimió en la bartoleada que armaron un juicio político-estético: su retirada se debía a que no le gustaban las caras de la vicepresidenta. Sic. Nadie divisó a Cristina Fernández de Kirchner haciéndole un fuck o un chiva-chiva a la bancada opositora. El diputado Negri gana un sueldo lo suficientemente considerable para que cumpla con lo que su función (no hablamos de decoro) le establece como actividades, entre ellas, escuchar el mensaje presidencial de apertura de las sesiones ordinarias al menos con moderada atención.
Y no se pueden obviar las banderas de Ucrania pegadas en las bancas. ¿A quiénes iban dirigidas? ¿Al gobierno nacional que votó en la ONU una condena a Rusia? El azul-amarillo pegado a esas bellas bancas de madera no era un mensaje frente al dolor de las relaciones geopolíticas desiguales, sino una muestra más de que esas bancas opositoras no tienen otra patria que no sea la de sus intereses electorales. La única bandera que debe flamear en ese recinto es la de la Patria, celeste y blanca, cuando no la del FMI o la de EEUU en los momentos en que ellos/as gobiernan como timberos financieros de los pulpos de occidente.
No solo hay negación en el relato opositor, sino tergiversación, desinformación y mentira.
¡Pero las banderas hablaron dos veces! Con y sin ellos/as. Si poner la bandera de Ucrania en una banca era apoyar a ese país, bancar el trapo, al vaciar la banca el gesto devino la más brutal y pura cobardía: banderas abandonadas, solitarias, “sin aguante”. Queda claro que lo que tienen de cocoritos/as lo tienen de cagones/as que se asustan con la palabra “desatino”, un republicano pedido de investigación o gestos inventados por una mente afiebrada.
No hay que pasar por alto los gritos de la oposición al retirarse del recinto. “Mentiroso”, le gritaban a Alberto Fernandez. “Yo no miento Alfredo, me conoces”, le apuntó el presidente al senador mendocino Alfredo Cornejo.
Hay una intención constante de la oposición de negar la deuda contraída con el FMI. La estrategia busca ocultar que el gobierno de Mauricio Macri tomó la deuda más grande de la historia del país y que se comprometió a pagarla en un tiempo irrisorio.
Pero no solo hay negación en el relato opositor, sino tergiversación, desinformación y mentira. Las reiteradas oportunidades en que los diputados y senadores de Juntos han manifestado que el gobierno de Alberto Fernández se endeudó más que el de Macri, dan cuenta de la estrategia. Estrategia que, por cierto, da frutos.
Según el estudio realizado por la consultora Analogías el 23 y 24 de enero pasado, solo un 43,3 % de los encuestados respondió que fue la gestión de Macri la que endeudó al país, pero un 26 % sostuvo que los 44.500 millones de dólares que ahora se financiarán tras el acuerdo con el FMI fueron pedidos por el gobierno de Alberto Fernández, mientras que un 30 % expresó no saber. Datos catastróficos.
La opinión pública compró un relato mentiroso que comenzó antes de las PASO del año pasado, cuando el expresidente Macri, en una entrevista con La Nación+, mostró un gráfico en donde el Frente de Todos (FdT), en el año y medio que llevaba de gobierno, había aumentado la deuda en 30 mil millones de dólares. A partir de ese momento comenzaron a mezclar deuda en dólares con deuda en pesos, como si fueran lo mismo. Y dieron rienda suelta a una mentira que todavía sigue calando hondo en la sociedad.
“Este gobierno se está endeudando más rápido que los anteriores. El relato se terminó, no va más. Es hora que se hagan cargo. Es hora que dejen de echar culpas afuera y se ocupen de las necesidades de la gente”, concluyó María Eugenia Vidal en un hilo de tuits con gráficas sin fuente que mostraban números ridículos.
Negri esgrimió que su retirada fue (sic) porque no le gustaban las caras de la vicepresidenta.
El comunicado de Juntos por el Cambio, luego de dejar las bancas vacías en el recinto, también fue en el mismo sentido. “El relato mentiroso y sesgado sobre la deuda pública en Argentina que desconoce la deuda que heredó el ex Presidente Macri de las administraciones kirchneristas y las generadas por esta gestión (que ya acumulan USD 65 mil millones incluyendo la deuda del BCRA) insulta la inteligencia de los argentinos y la investidura de los representantes del pueblo en el Congreso de la Nación”, ficcionan la segunda y última oración del escueto comunicado.
El ministro Martín Guzmán se encargó varias veces de aclarar que el gobierno del FdT no tomó deuda en dólares, pero el macrismo y sus aliados siguen insistiendo con ese relato. Entonces, ¿no es acaso la oposición la que insulta la inteligencia de los argentinos?
Con un revoleo de números, Juntos por el Cambio sostendrá hasta el hartazgo que la idea del endeudamiento en el periodo del gobierno de Macri es un monstruo que pretende instalar el oficialismo. En la distorsión de la verdad, y en la construcción de un relato que asegure que la deuda fue contraída por otros, el PRO se juega sus chances para el 2023. Las piezas están en el tablero, quien mejor las ordene en un conglomerado de actores parlamentarios y extra parlamentarios podrá pulsear por proyectos de país que están en pugna, casi como en un empate hegemónico en el que se avanza con modelos de crecimiento e inclusión y se retrocede en las manos de los gobierno neoliberales.
Contraeditorial