En los últimos meses la inflación se redujo de manera sistemática, incluso por debajo de todos los pronósticos. Las mediciones semanales que realizan las distintas consultoras muestran que esta tendencia se mantuvo en abril (por ejemplo, la consultora Eco Go dirigida por Marina Dal Poggetto, estima que se ubicaría entre 8–9%).
¿Esto significa que el Gobierno ya ganó la batalla de la inflación? Desde ya que no, todavía falta un largo trecho. Uno de los desafíos más grandes que todavía le queda resolver es el del ajuste de los precios relativos.
Para poder entender de qué estamos hablando, piensen qué es lo que harían para determinar si un producto está caro o barato. Seguramente se preguntarían respecto de qué; hay que compararlo con otra cosa. En nuestro caso, ese “algo” es el nivel de los precios de la economía (recordemos que ese concepto es un promedio de todos los precios de la economía, algo sobre lo que vamos a volver en breve). Pero la comparación contra el nivel de los precios no me alcanza. Puede ser que el producto que estoy analizando siempre haya estado más barato (o caro) que el resto. Pensemos, por ejemplo, en una camioneta 4×4.
Además de eso hay que examinar su evolución en el tiempo, para ver si en la actualidad está caro o barato en relación a sí mismo. Pero ahí no termina el ejercicio, porque resulta crucial el momento en el tiempo elegido para hacer esta comparación. Imaginate que quisiéramos evaluar el precio actual de los barbijos y eligiéramos como punto de comparación junio del 2020, en plena pandemia. Obviamente esa comparación nos diría que hoy está mucho más barato, lo cual a priori sería un error (porque estamos comparando contra un momento donde su precio estaba carísimo). Lo ideal, siempre, es tratar de elegir un punto en el tiempo de condiciones “normales” para su comparación.
Ahora debería quedar más en claro el concepto de precio relativo. La inflación mide la variación del promedio de todos los precios de la economía, pero eso no significa que todos esos precios se muevan de manera similar (ni con la misma magnitud). La medición de los precios relativos sirve para ver qué está sucediendo con cada precio -o, en nuestro caso, con cada rubro- en relación al (promedio del) resto.
Veamos entonces cómo se comportaron entre diciembre del 2016 y noviembre del 2024 (el fin de la gestión anterior). El gráfico debajo muestra eso. El punto elegido para la comparación es marzo del 2019 (ahí todos los precios están igualados a 1). Desde ya, es una decisión arbitraria, pero que tiene su justificación: en ese momento los precios de las tarifas ya habían sido actualizadas y el valor del dólar de ese entonces se encontraba en línea con el promedio histórico de los últimos 30 años (y también, por ejemplo, con el que utiliza el FMI para hacer sus proyecciones). O sea, a mi juicio es uno de los momentos donde la relación de los -principales- precios de la economía estaba dentro de todo equilibrada.
Como pueden ver, lo primero que salta a la vista es la clara diferencia entre las magnitudes de los cambios en los precios relativos en la gestión de Alberto Fernández respecto de la de Macri. Entre 2016 y 2019 esa brecha era relativamente pequeña. Fíjense que, dejando de lado las tarifas (que estaban en un nivel tan bajo como resultado de la gestión de Cristina Fernández de Kirchner), la brecha entre los precios fue del +/- 20%. Por el contrario, durante el gobierno de Alberto Fernández se incrementó hasta +/- 60%.Esta diferencia se explica, en buena medida, por la decisión de ese Gobierno de regular algunos de estos rubros (tarifas de energía y transporte, telecomunicaciones, combustible, educación y prepagas), autorizando aumentos sistemáticamente por debajo del resto de los precios, con el objetivo de tratar de contener la inflación. Por otro lado, hubo sectores como el textil y el automotriz que incrementaron sus precios muy por encima de la media (44% y 34%, respectivamente). Acá habría que ver bien qué sucedió hacia adentro de cada cadena, pero es muy probable que los impuestos y el nivel de protección se encuentren entre los factores principales que explican este comportamiento.Después también hay que tener en cuenta que puede haber cambios de precios relativos por cuestiones vinculadas con modificaciones en la pauta de consumo. Por ejemplo, la salida de la pandemia impulsó mucho la demanda de los servicios (acá y en todo el mundo), en particular la de la comida rápida y también la de los restaurantes (que, como pueden ver, se incrementó 24% por encima de la media desde marzo del 2019).Por último, hay un efecto estadístico que se produce cuando algunos precios quedan muy bajos. Esto es así porque, como el nivel de los precios es un promedio (ponderado) de todos estos rubros, por definición si alguno queda muy rezagado, hay otro que queda por encima.Retomando, el punto central del gráfico es que hubo sectores cuyos precios quedaron muy rezagados y esto es un problema, porque genera falta de inversiones en los sectores, reducción de la calidad en la provisión de los servicios, falta de abastecimiento o una combinación de ambas. La cuestión es que para que estos sectores corrijan su precio relativo se necesita que se incrementen por encima del resto, lo cual es un problema en un contexto de aceleración inflacionaria y caída del poder adquisitivo.¿Qué sucedió en estos meses y qué tanto más falta? Este otro gráfico trata de resumir el panorama actual. Vayamos despacio, porque también requiere un poco de explicación. Nivel del precio relativo en noviembre 2023 y su variación en estos 4 meses (1 = marzo 2019) |
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El eje horizontal muestra en qué porcentaje (por encima o por debajo) se encontraban los precios en noviembre del 2023 respecto de marzo del 2019. Por ejemplo, Recreación y cultura se encontraba 12% por encima de aquel entonces, mientras que la Educación se encontraba 17% por debajo.Por otro lado, el eje vertical muestra la variación de esos rubros desde que comenzó la nueva gestión, es decir, entre marzo 2024 y noviembre 2023 (todo siempre medido relativo al nivel de precios de la economía). O sea, esto me está diciendo si el rubro en cuestión aumentó por encima del resto (o si se redujo). Por ejemplo, las Telecomunicaciones se incrementaron 10% por encima del nivel de los precios, ya que aumentaron 166% en estos 4 meses, frente al 92% del incremento en el nivel general de los precios (si calculan la diferencia no da igual porque son variaciones). Por el contrario, los bienes vinculados al mantenimiento del hogar se redujeron 5% (ya que se incrementaron 82% entre marzo y noviembre del año pasado).Al combinar ambas cuestiones, obtenemos 4 cuadrantes que nos muestran: i) rubros que a fines de la gestión anterior se ubicaban por encima y que en estos 4 meses siguieron incrementándose con relación al resto (el cuadrante de arriba a la derecha); otros que estaban por encima, pero que este año se redujeron con relación al resto (el cuadrante de abajo a la derecha); rubros que para 2023 estaban por debajo y que en estos 4 meses profundizaron su caída respecto del resto (el cuadrante de abajo a la izquierda); y otros que a fines de la gestión anterior se ubicaban por debajo, pero que ahora se incrementaron con relación al resto (el cuadrante de arriba a la izquierda).Como pueden ver, se observa una relación bastante clara (salvo algunas excepciones) entre los distintos rubros que tiene lógica: cuanto mayor era el rezago en noviembre del 2023, mayor fue el incremento en estos 4 meses (y viceversa). Esto conforma una tendencia con pendiente negativa que va desde los que partían de un nivel más bajo (y luego se incrementaron por encima del resto), hacia los que estaban por encima (y luego se redujeron respecto del resto).Los casos del primer cuadrante que llaman la atención son el sector automotriz, que al estar “adelantado” en noviembre del 2023 y seguir aumentando llevó a que en la actualidad su precio se ubique 57% por encima del resto (igual cualquiera que haya querido comprar un auto cero kilómetro en estos días lo tiene bien claro) y, en menor medida (pero con una mayor relevancia por su impacto en la población), los medicamentos, que se ubican 34% por encima del resto. Acá un factor relevante también pueden ser los aumentos excesivos en los márgenes de ganancia tras el salto cambiario, algo que la propia gestión actual del BCRA marcó hace poco en una presentación realizada por su vicepresidente en Washington ante el FMI (ver la filmina 30 de esta presentación).Del tercer cuadrante obviamente el caso más relevante es el de los salarios, que se redujeron 9% entre noviembre del 2023 y marzo del 2019 (momento en el cual ya tenían un nivel bastante bajo) y otro 12% en estos 4 meses, dando como resultado una caída acumulada del poder adquisitivo de casi 20% en los últimos 5 años. Al margen de esto, es esperable (y deseable) que se recuperen, aunque sea parcialmente, en los próximos meses.El caso de los alquileres es por una cuestión de cómo se computan, ya que el relevamiento del INDEC se realiza sobre los inmuebles disponibles (tomando, entonces, su precio “inicial” del contrato), lo que lleva a que en contextos de aceleración inflacionaria éstos se vayan erosionando.Por último, en el cuarto cuadrante se encuentran los principales desafíos de cara a la reducción de la inflación en el futuro, principalmente en el tema subsidios. En primer lugar, por ahora la actualización de los precios de las tarifas de energía -gas y luz- fue bastante moderada (vean en el gráfico que son el rubro más rezagado y uno de los que menos corrigió); con lo cual acá hay un área que en los próximos meses se va a incrementar de manera significativa, poniéndole un piso a la inflación (ya se efectivizó desde el 1 de abril un fuerte incremento en el precio de las tarifas de gas, que se estima que implicará una suba en torno a los 2,5 puntos porcentuales en la inflación de abril). Sumado a eso, hay una segunda ronda de aumentos en el transporte público que se espera que se traduzca en 1,2 puntos porcentuales de inflación.Acá también entra toda la polémica que envolvió a los aumentos de las prepagas. El Gobierno aplicó su manual y liberó los precios del sector -a través del famoso DNU 70/2023- para “aumentar la competitividad del sistema”, pero recibió en cambio una clase magistral de lo que sucede en la realidad cuando se desregula totalmente a un sector donde las 10 empresas principales concentran el 83% de los afiliados: a los pocos días, esas empresas se pusieron de acuerdo para aumentar sus precios en condiciones similares, muy por encima del resto. El Gobierno tuvo que volver a intervenir para retrotraer los precios y obligarlas a que sus aumentos estuvieran en línea con la inflación (todo el detalle está muy bien explicado acá).Esto sirve para mostrar que la desregulación total, sobre todo de un sector concentrado y que está vinculado a un rubro esencial como la salud (teniendo en cuenta que la medicina prepaga tiene solo 6,8 millones de afiliados, es decir, 13% de la población que en su mayoría pertenece a los estratos de ingresos medios y altos), no es la manera de solucionar este problema. Hay que pensar una salida y una regulación gradual, que busque alinear el precio con la dinámica de los costos del sector, pero también con el poder adquisitivo de la población.En suma, el Gobierno está lejos de decretar como ganada la batalla contra la inflación. A la corrección de los precios relativos, hay que agregar el hecho de que la economía está atravesando por una recesión y una caída de los ingresos muy fuerte que también contribuye a la desaceleración de la inflación, sumado a un tipo de cambio que está prácticamente congelado. Ninguno de estos factores puede sostenerse por demasiado tiempo, con lo cual su reversión va a llevar a que en los próximos meses la inflación encuentre un piso, probablemente elevado y duro de perforar.Bonus trackTe recomiendo esta entrevista que le hizo Diego Genoud a Nicolás Arceo (exvicepresidente de YPF y actual director de la consultora Economía y Energía), donde explica con mucha claridad qué está sucediendo en la actualidad con los recortes de los subsidios energéticos y el futuro de Vaca Muerta.En la edición anterior hablamos sobre el rol de las élites en la economía argentina. En esa línea, te recomiendo este trabajo académico de Andrés López que tiene por objetivo analizar los argumentos teóricos y la evidencia empírica respecto del rol desempeñado por las grandes empresas de capital nacional en los procesos de desarrollo. |
Juan Manuel Telechea | Cenital