Sin Matías Kulfas y con la invitación cursada a Sergio Massa –que no confirmó su participación–, el presidente arribará mañana a la cumbre de la que fueron excluidas Cuba, Venezuela y Nicaragua.
Alberto Fernández viajará esta noche rumbo a Los Angeles, donde se desarrolla la Cumbre de las Américas, con algunos cambios y definiciones de última y de ultimísima hora. Comenzando por su propia participación y el rol que jugará en el encuentro, en su doble condición de Presidente de Argentina y titular pro témpore de la Celac, cuando tres integrantes de esas Américas tuvieron su participación vedada.
Pero una vez que se definió que el viaje sí se hacía –sobre el final de la semana pasada–, hubo cambios inesperados. Un pasajero menos: el ya renunciado Matías Kulfas, que ya tenía agenda de trabajo definida allí. Un invitado más: Sergio Massa, que este lunes por la mañana recibió el convite de boca del mismo Presidente en Olivos, y que hasta tarde en la noche seguía sin confirmar ni negar, y con la misma respuesta: «está ordenando la agenda parlamentaria». En días donde todos los fuegos propios brillan hacia adentro de la coalición gobernante, la indefinición del presidente de la Cámara de Diputados pareció reflejar más la intensidad del ruido interno y una buscada expresión de malestar, que la del trabajo parlamentario.
Los ruidos alrededor de Scioli y Massa
La figura de Massa como convidado inesperado aparece justo después de que hiciera su ingreso en escena Daniel Osvaldo Scioli, el ya electo aunque aún no asumido (eso ocurrirá luego de que el Presidente regrese de Estados Unidos, el próximo sábado) ministro de Desarrollo Productivo. Ocurre que, con su figura de justo medio componedor, representando una suerte de «prenda de unidad» y trayendo consigo su extensa «experiencia de gestión», el todavía embajador en Brasil viene a disputar exactamente el mismo cargo al que aspira y por el que viene trabajando el tigrense. Que no es precisamente el de ministro.
Tanto ruido interno llegó a lugares inesperados, como el grupo «Mujeres gobernando», que reúne a funcionarias de primeras y segundas líneas de todas las áreas de Gobierno. Las «Mujeres Gobernando» se quedaron sorprendidas cuando el sábado por la tarde vieron que el grupo de WhatsApp en el que comparten actividades de gestión y reflexiones, de pronto Malena Galmarini «salió del Grupo», y tras ella otras cuatro «massistas netas», sin que mediara palabra ni explicación alguna. Justo, justo, a la misma hora en la que Massa terminaba de confirmar que, más allá de todos sus reclamos y pataleos, era nomás Scioli el reemplazante de Kulfas.
El rol regional
«Alberto va a decir en la Cumbre lo que viene planteando en público: que es necesario un diálogo sin exclusiones. En la reunión regional de Educación de la Celac ya dijo claramente que los bloqueos a Cuba y a Venezuela no sirven, que en este contexto tan particular y profundamente desigual, viniendo de una pandemia y en medio de una guerra que cambió totalmente el escenario, es imposible pensar en soluciones con la arquitectura de la guerra fría, porque la guerra aceleró la puesta en crisis de los formatos de integración existentes», definen desde el Gobierno.
Pesará en esta enunciación su rol de presidente pro témpore de la Celac, no porque lo espere una «silla regional» en especial para ocupar en la Cumbre, sino por la construcción que ha mostrado en los últimos días. Es quien habló con Andrés Manuel López Obrador (que finalmente no asistirá, representará a México su canciller), con Maduro («Alberto será la voz de Venezuela», fue investido desde Caracas), quien recibió el llamado de Joe Biden después de confirmar su participación, con una invitación a una reunión bilateral en Washington para julio.
En este contexto, Fernández aportará su voz a una Cumbre que, entre otras cosas, plantea al de la inmigración como tema prioritario, pero sin la presencia del presidente de un país fronterizo, el que tiene la comunidad migrante más extensa en Estados Unidos, y mientras avanza como un grito hacia esa frontera una nueva e impresionante «caravana de migrantes».
Página/12