El paro de la CGT del jueves 9 se produce en un marco de recesión profunda y extendida que redunda tanto en caída de actividad -que golpea en el empleo- como salarial, sobre el poder adquisitivo. Las mediciones a esta altura son precarias y tempranas, pero todas coinciden sobre el sentido. El RIPTE arroja pérdidas salariales del 17% en el salario real, a medio camino entre los niveles de caída de Mauricio Macri y Fernando De La Rúa. Otros estudios, con diferentes metodologías, estiman una caída menor, en torno al 8%, que de todos modos supera en cinco meses la sufrida durante todo el gobierno de Alberto Fernández. Las proyecciones sobre la actividad económica arrojan un deterioro del 3,2% en febrero y, si le creemos al FMI, la economía caerá un 2,8% en 2024, incluso cuando la base de comparación será el año de la peor sequía en décadas. “Así como nosotros tenemos que representar a los nuestros, la CGT tiene que hacer lo propio con los suyos, por eso nosotros les decimos que si tienen que parar, que paren”, dicen desde el Gobierno con una comprensión que se parece bastante a la gratitud.
La noticia de que pospondrán nuevamente los aumentos de tarifas de gas, así como otras actualizaciones en energía y combustibles, muestra que desde el Gobierno, que utilizó la cadena nacional para felicitarse por la caída del déficit fiscal, empiezan a advertir otras variables. La consultora Economía & Energía estimó que para los usuarios no residenciales -industriales y comerciales- la suba osciló entre el 318% y el 1140%. En el tramo de mayor consumo se trata de una suba más grande, en términos reales, que la soportada al final del macrismo. En un contexto de recesión y derrumbe de las ventas, supone un aumento serio de los costos que dificulta aún más el sostenimiento del empleo y la recomposición de los salarios. A nivel residencial, la situación es más heterogénea.
Un enorme porcentaje de usuarios beneficiados por los descuentos de la Ley de Zona Fría, y mientras los niveles para los consumidores del 35% de mayor poder adquisitivo -clase media y asalariados formales- la tarifa es en promedio un 10% mayor que durante el macrismo, los más subsidiados se ubican entre el 20% y el 45% por debajo. En todos los casos, sin embargo, la situación en relación al último año supone una mayor carga del costo de las tarifas que confluye con un menor poder adquisitivo del salario, que excede la cuestión de las boletas de los servicios. La postergación de los aumentos explicita que en el Gobierno perciben y les preocupa ese impacto. La insistencia sobre el aumento nominal de los salarios medidos en dólares al tipo de cambio paralelo es una narrativa consciente. Si bien no es falso, junto con los salarios aumentaron -con el mismo parámetro- en mayor medida los bienes y servicios.
El Gobierno enfrenta en los próximos meses quizás la decisión más difícil en relación a las grandes líneas de política económica trazadas por el ministro de Economía y el presidente del BCRA, Luis Caputo y Santiago Bausili. El sendero de desinflación -desde niveles exorbitantes- que sostiene hasta hoy la legitimidad del ajuste con caída del poder adquisitivo, comienza a presionar su límite. La inflación rondará el 8% en abril. Domingo Cavallo, Marina dal Poggetto y la heterodoxia más lúcida concuerdan en que la suba de precios encontrará una resistencia difícil de superar entre el cinco y el seis por ciento mensual, efecto de una economía indexada que ajusta por inflación pasada. El “remedio” es seguir atrasando el tipo de cambio oficial -que ajusta al 2% mensual- y posponer aumentos de tarifas, que impactan en el resultado fiscal. El reciente anuncio del impuesto PAIS para el BOPREAL, el pago de utilidades y el giro de dividendos, supone un nuevo aumento del nivel de tributación y restricción cambiaria que, si algo, aleja del horizonte la tan ansiada salida del cepo, por no hablar de la dolarización o competencia de monedas. ¿Qué pasará en dos o tres meses, cuando termine la liquidación del campo, con un tipo de cambio atrasado y una inflación todavía muy alta? En el Gobierno están confiados y el ministro, que hasta ahora se valió de un ajuste ortodoxo para limitar la demanda de importaciones -y de un sostenimiento y hasta endurecimiento en algunos casos de las restricciones heredadas en la gestión de divisas para mantener a raya la brecha y el precio del dólar- confía en el gradualismo monetario. Un reverso casi perfecto del fiscal con shock monetario del primer macrismo. Al lado del presidente repiten sobre el cepo: “Mejor salir bien que salir antes”. Los plazos de salida, sin embargo, no son infinitos. Y sin salida no habrá ingreso de capitales para sostener la paz cambiaria.
Los entusiastas apoyos empresarios recibidos hasta ahora siguen sin redundar en inversiones. Elon Musk, con quien el presidente se volvió a reunir en Los Angeles, recomendó en su cuenta de la red social de su propiedad invertir en Argentina. Más allá de la llegada de Starlink, donde las barreras eran sólo regulatorias, no se conocen anuncios de decisiones significativas en materia de inversión, ni siquiera prospectivas, de ninguna de sus empresas. A nivel local, empiezan a surgir disputas en el sector empresario, no por expandirse y buscar nuevos mercados, sino por porciones de lo existente. La controversia entre MODO y Mercado Libre, que explotó ayer y viene gestándose desde hace tiempo, versa principalmente sobre las terminales de pago con QR, una forma que creció exponencialmente en los últimos años y en la que Mercado Pago avanzó en su adopción tanto por popularidad y comodidad como por infraestructura.
La cuestión que se discute es la interoperabilidad, ya que para los pagos con QR sólo aplica al dinero en cuenta. Mercado Libre, que legítimamente cobra a los comercios por la infraestructura de pagos, pretende cobrar también un monto por los pagos con tarjeta que se hagan con MODO u otras billeteras. Y alega, con razón, que cumplieron con la normativa expresa vigente. Es tan cierto como que se trata de una medida transitoria, incoherente con la que rige para el dinero en cuenta y bastante compleja en términos de competencia. Imaginar si cada comercio tuviera que instalar una terminal de pago Mastercard, una de Visa y una de American Express, además de los sobrecostos y la incomodidad, sería una enorme barrera de entrada a nuevas empresas.
Algo similar sucede hoy con los pagos electrónicos, donde la empresa de Marcos Galperin espera prolongar una renta monopólica del excelente trabajo que le permitió extender los sistemas de pagos móviles y por el que ya obtuvo -y lo seguirá haciendo- una ganancia considerable sin necesidad de reconocer barreras. La resolución de este problema también hablará de cómo el presidente, que defendió a los monopolios en su discurso en el Comité de Acción Política Conservadora en los Estados Unidos, trata la política económica. Si con su enfoque austríaco, marginal en la academia, o desde la ortodoxia que acepta la defensa de la competencia como causal de intervención regulatoria para corregir fallas de mercado.
El Gobierno, mientras tanto, hace números por la Ley Bases en el Senado. Llamativamente, lo que más resistencia genera no es el RIGI -que tiene pasajes más parecidos a delitos disfrazados de políticas públicas- sino Ganancias. En Casa Rosada sostienen que están a dos votos de la aprobación de la ley “así como está” aunque los patagónicos anticiparon su rechazo. Lubricada la relación con Santa Cruz, Tucumán y Misiones, el oficialismo asegura que “el radicalismo, excepto (Martín) Lousteau, va a jugar bien”. Apuntan a Lucila Crexell como voto positivo y se entusiasman con seducir a los aceitosos Edgardo Kueider y Carlos Espinola. ¿Es un predictor de lo que podría pasar con Ariel Lijo? Los optimistas sostienen que el pliego cuenta hoy con casi 60 votos.
A las gestiones, que llevan adelante Guillermo Francos y Santiago Caputo, se le sumó el pedido de UPCN por la cuota solidaria de los empleados públicos. Bambi se comprometió con los dirigentes de la CGT que eso podía resolverse en la reglamentación. La cercanía de un sector del movimiento obrero con el Gobierno se reduce a este chat entre un dirigente peronista y un funcionario libertario
–Tuvieron suerte que las bases empujaron a la CGT a hacer un paro temprano y ahora, de manera sugerente, lo hicieron entre ambas votaciones, ¿por qué no habrán movilizado por la reforma laboral?
–Te equivocás. La CGT no tiene un problema con la reforma laboral o al menos no nos lo transmitieron.
El Gobierno empieza a recostarse en algo que podía hacerlo naufragar: la ausencia de flexibilidad política. Cerca de Javier Milei rechazan la idea de un cambio: “Siempre dijimos que íbamos a tener reciprocidad con los que nos acompañaran”. Si fuera un gobierno peronista se le llamaría “látigo y chequera”. La discusión en el oficialismo tiene un ojo puesto también en las elecciones de medio término la misma semana en la que Martín Menem dijo que Milei necesita “por lo menos ocho años”. Karina, El Jefe, se niega a competir en las de medio término, pero nadie se anima a descartar nada: “Si la necesitamos para ganar algún distrito lo tendremos que evaluar, pero la última palabra la tiene ella”.
La última semana comenzó con la gira de la Canciller, Diana Mondino, en Beijing y terminó con Milei en Los Ángeles, luego de conceder una entrevista a la BBC en la que volvió a reafirmar su admiración por la exprimera ministra Margaret Thatcher. Es difícil a esta altura dosificar cuánto del postureo público de las figuras del Gobierno en relación a su posicionamiento internacional es producto del intento de seguir reforzando su propia marca y cuánto es, sencillamente, amateurismo. Hay un aspecto pequeño, pero muy representativo, que pasó desapercibido. En la tapa de su último libro titulado Capitalismo, socialismo y la trampa neoclásica. De la teoría económica a la acción política, Milei pone en la portada una foto de Singapur como el caso de éxito liberal privatista. Como en casi todos los temas sobre los cuales interviene en materia de opinión, el presidente orbita la duda: ¿sabe del error y aún así persiste o desconoce todo lo que desconoce? Empieza a cobrar especial relevancia la segunda hipótesis. Sin ningún pergamino académico y parte de una prédica que, en materia de evidencia, es marginal, Milei se comporta como un recién llegado, pero no a la política: a todo.
Singapur es gobernada desde su independencia por el Partido de Acción Popular y tuvo, desde entonces, apenas tres ministros. Dos de ellos, el fundador, Lee Kuan Yew y el actual, Lee Hsien Loong, son padre e hijo. El 15 de mayo asumirá el cargo Lawrence Wong. Será el cuarto gobernante en más de medio siglo de historia. El estado de Singapur es dueño a través de Temasek Holdings de la mayoría del paquete accionario de Singapore Airlines, del aeropuerto -ambos considerados entre los mejores del mundo-, de la empresa portuaria -uno de los principales holdings multinacionales en la materia- y de la empresa de telecomunicaciones, entre muchas otras grandes compañías. Varias de las universidades, que se ubican consistentemente entre las mejores de Asia, también son estatales, así como la mayoría abrumadora de las viviendas. Un sector público dinámico y muy abarcativo, con un Gobierno de partido único que figura muy abajo en los rankings de libertad política, no parece demasiado alineado con el mundo ideal de un anarcocapitalista.
La frontera es delgada y los indicios para la confusión abundan. ¿Cómo calificar la desproporcionada respuesta al gobierno de España publicada por la Oficina del Presidente de la República luego de una muy desubicada declaración de un ministro español sobre el presidente? El tono personal y agraviante del Gobierno argentino enfocado no en quien declaró sino en Pedro Sánchez, y plagada de apreciaciones sobre cuestiones de política interna, escapa a cualquier convención sobre prácticas diplomáticas incluso de confrontación. Un comunicado del mismo tono de la parte española sería inimaginable.
Mondino llegó a China bajo la sombra de una retórica hostil con la que coquetearon desde el propio presidente hasta legisladores locales, tironeados por las propias ideas y la realidad material de que China es el segundo socio comercial del país -aunque medido por mercados haya sido superada recientemente por la Unión Europea-, así como uno de sus principales inversores y financistas. El objetivo de la gira, de la que participó también Bausili, era doble. Bajar tensiones y asegurar la renovación del swap de monedas, una fracción del cual fue utilizada como crédito durante la gestión de Sergio Massa en el marco de la sequía y cuyo vencimiento obligaría a una devolución que el tesoro o el BCRA no están en condiciones de encarar. No se conocen anuncios y Mondino le bajó el precio a la posibilidad. Se refirió al swap como “deuda a pagar”.
En un mejor ambiente político, el vencimiento que pone presión sobre las reservas parecería algo relativamente sencillo de posponer. En cuanto al objetivo de bajar tensiones, parecía mejor encaminado, con entrevistas a la televisión y la prensa escrita del país asiático, de propiedad estatal, la reafirmación de la adhesión argentina al principio de una sola China y las seguridades sobre la importancia de la relación bilateral; hasta que Mondino recibió a Clarín en París, donde seguía su gira internacional con reuniones en la OCDE. Consultada sobre la estación de observación espacial en Neuquén, declaró: “Nadie detectó que hubiera personal militar allí, los que fueron de investigación no identificaron que hubiera personal militar. Son chinos, son todos iguales”. Las posteriores explicaciones sobre que refería al carácter civil y no militar de quienes trabajan en la base neuquina fueron bastante pobres y poco convincentes. Y el gaffe, de tono racista, monumental. Apenas el apego a la formalidad diplomática y el desinterés en la confrontación directa, demostrado una y otra vez por la parte china desde la asunción presidencial, evitó una protesta formal que podía haber llegado al máximo nivel dado el peso de las palabras y el cargo de quien las pronuncia.
La canciller venía de subir las tensiones al provocar a China hace un mes en una entrevista con medios japoneses en la que aseguró que Argentina no tiene nada que ganar estableciendo relaciones políticas con países que no sean democracias liberales. La desmienten los más que frecuentes contactos con los servicios exteriores de monarquías absolutas árabes, desapegadas a la libre expresión y el sistema internacional de derechos humanos. Se evidencia también un problema que enfrenta La Libertad Avanza en muchos niveles. La ausencia de cuadros técnicos para ejecutar las instrucciones de un presidente sin experiencia en la política. Donde Milei tiene una retórica o accionar al borde de lo aceptable para diversos socios de la Argentina, el rol de la canciller debería ser de mesura, afinar al máximo el cuidado de la palabra, mitigando posibles daños del posicionamiento político. La realidad es otra. Ya son varias las ocasiones en las que los excesos y agravios salieron de una declaración suya. Una disfunción gubernamental, pero que Mondino encarna del peor modo.
Junto al amateurismo, aparece la política. La nota contra Pedro Sánchez repite casi letra por letra los tópicos y discursos de Vox, que construyó durante los últimos años una relación muy cercana con Milei, que ha sido un invitado y orador frecuente en sus actos. Política y extravagancia. En su discurso en Los Ángeles, Milei citó a Joseph Ratzinger, Benedicto XVI, predecesor del papa Francisco, el menos invocado de quienes ocuparon recientemente la cabeza de la Iglesia, y también el de menor popularidad personal. Desde el comienzo del pontificado de Francisco, el alemán que falleció como papa emérito fue invocado una y otra vez como contrafigura del argentino por los sectores más conservadores y reaccionarios de la Iglesia, que anhelan sus posturas irreductibles en materia de minorías sexuales, autonomía reproductiva y, especialmente, su postura confrontativa contra los avances ecuménicos, particularmente contra el islam y su teología, que enfrentó directamente en su discurso de Ratisbona en 2006.
Ante un Francisco que privilegió la opción por los pobres y las periferias, la reacción religiosa de una ultraderecha rechazada por la conducción de la Iglesia Católica es mirar al pasado. El último discurso de Milei enfatiza, como si hiciera falta, su adscripción a ese sector. “Occidente siente un odio por sí mismo que es extraño y que sólo puede considerarse como algo patológico; occidente sí intenta laudablemente abrirse, lleno de comprensión a valores externos, pero ya no se ama a sí mismo; sólo ve de su propia historia lo que es censurable y destructivo, al tiempo que no es capaz de percibir lo que es grande y puro”, citó el presidente. Se saltó lo que precede a ese pasaje: “Cuando se trata de Cristo y de lo que es sagrado para los cristianos, la libertad de opinión aparece como el bien supremo, cuya limitación resulta una amenaza o incluso una destrucción de la tolerancia y la libertad en general”. Un descuido seguramente.
Iván Schargrodsky | Cenital