Horacio Rodríguez Larreta no tenía alternativa. La dinámica de la relación con Mauricio Macri derivó en algo que el propio ex Presidente sintetizó en privado: “O se enoja Lousteau o me enojo yo”. La historia sugería que su gerente más eficiente no se le iba a sublevar; que acorralarlo y ponerlo a elegir entre Él y un extracomunitario era un resultado sencillo de anticipar. Tal vez educado por los ejemplos de Daniel Scioli o Alberto Fernández, el jefe de Gobierno decidió cortar el cordón antes que confiar en la bonhomía de un hombre al que conoce demasiado bien como para tamaño acto de fe.
Se da un fenómeno interesante. Tanto en el larretismo como en el macrismo hay coincidencias sobre el apoyo que El Calabrés le iba -va- a brindar a Patricia Bullrich. Larreta piensa que, de haber incumplido el acuerdo con Martín Lousteau -materializado 125 días antes de las PASO en otro guiño de la Historia-, hubiera generado una crisis con el radicalismo y su autoridad se hubiera visto sumamente deteriorada frente al electorado y el círculo rojo sin beneficio aparente. “A Patricia la iba a terminar apoyando sí o sí”, resumen en su entorno. El argumento en el de Macri -donde la furia se mezclaba con el estupor- era, paradójicamente, similar: “Es cierto que Mauricio iba a elegir a Patricia, pero esto le da argumentos para hacerlo más abiertamente”.
El razonamiento de un estrecho colaborador del ex Presidente pone de relieve el volumen territorial del PRO y la centralidad que tiene la Ciudad de Buenos Aires: “Es la única provincia que gobernamos; si gana Lousteau y perdemos la nacional, desaparecemos”. Para Macri, además, es un intento de parricidio. Previo a la decisión de Larreta, la PASO era win-win para el fundador del PRO: si bien él podía dar señales en favor de Bullrich, cualquier triunfo que lo reconociera como conductor del espacio lo ponía por arriba de la situación como el gran elector. Luego de la emancipación larretista, hay un escenario en el que el primo de Jorge puede perder sin atenuantes: si H gana la primaria, PRO tendrá un nuevo conductor validado de todas las formas posibles.
Para Larreta es una nueva oportunidad de liderar una parte mayoritaria de Juntos por el Cambio como la que desperdició después del triunfo en 2021. Tendrá, en principio, que lidiar con la superficialidad del sistema que en estos días se lamentará por una “división innecesaria en Juntos por el Cambio” o musicalidades similares. Debería poder hacerlo: son identitariamente los mismos actores que aseguraban que Macri iba a competir por la Presidencia, que el jefe de Gobierno iba a declinar su candidatura frente a Bullrich y, luego, que no iba a atreverse a desafiar a su socio y mentor. En ese convoy hay muchos peronistas. Un baño de humildad.
El jefe de Gobierno sabe que la lapidación en redes sociales de ayer fue una muestra gratis. Conoce la capacidad de daño de Macri y tiene fresco el ejemplo de María Eugenia Vidal. Cuando era gobernadora de la provincia de Buenos Aires, Vidal fantaseó con el Plan V y, luego de la derrota, se alejó del jefe del espacio mortificada por opacidades de la gestión. Después de su triunfo en la Ciudad de Buenos Aires, hubo un episodio que “Sarabi” todavía siente en la piel: la difusión del video sobre la llamada Gestapo antisindical. En su fuero más íntimo, a Vidal todavía le quedan dudas sobre la intervención del ex Presidente en esa operación. De co-gobernar con el peronismo en territorio bonaerense y ser la abanderada de la antigrieta, hoy MEV encontró cobijo bajo el ala de Macri denunciando a “la política” por haberse transformado en “un circo sin público”, un descubrimiento surgido en un focus que Vidal repite tres veces por semana hasta que, como en El rey desnudo, alguien le recuerde su trayectoria presupuestívora.
La pregunta que se impone para Larreta es si podrá mantener un porcentaje de votos del PRO, frente a la embestida de los otros líderes del espacio, y logrará unificar a la mayor cantidad de electores del radicalismo. Si las expresiones en redes sociales son un buen predictor, se puede advertir que Alfredo Cornejo, Carolina Losada y Gustavo Valdés fueron los radicales que no apoyaron la decisión del jefe de Gobierno. Sí lo hicieron Lousteau, Rodrigo de Loredo, Maximiliano Pullaro, Gerardo Morales, Julio Cobos y el radicalismo de la provincia de Buenos Aires. La incógnita es Facundo Manes. El neurocientífico no se expresó en Twitter ni declaró públicamente. Su rechazo a Larreta lo precede, pero también la dinámica de Juntos por el Cambio. “Se está corriendo muy a la derecha”, dijo el fin de semana.
Uno de los argumentos del macrismo fue que no podía haber cambios de reglas de juego durante el año electoral. Si bien la coherencia es una característica que evidentemente el electorado pondera poco, es importante recordar que el 11 de enero de 2019, Macri firmó el decreto que implementó el sistema de votación por correo como forma alternativa para el voto de los argentinos y argentinas residentes en el exterior y el 15 de mayo del mismo año -seis días después de firmar la convocatoria a elecciones nacionales-, el Congreso -a propuesta del macrismo- comenzó a tratar lo que luego sería la ley que permitió el aporte de empresas privadas en campañas electorales, que hasta entonces estaba prohibido.
Hoy los concejales del Frente de Todos en Vicente López le van a pedir la renuncia a Jorge Macri. El objetivo no es el formal sino recordar que el principal candidato a gobernar la Ciudad de Buenos Aires es todavía intendente de un municipio bonaerense en uso de licencia. La discusión que, aparentemente, está saldada tiene que ver con la posible impugnación de la candidatura de Macri (p) por temas domiciliarios. El proceso es interesante. El tribunal que tiene que definir si el ministro de Gobierno puede o no competir está compuesto por Romina Tesone -cercana a Juan Manuel Olmos-, Rodolfo Ariza Clerici -cercano a Martín Ocampo, hombre de Daniel Angelici- y su titular, Roberto Requejo -también próximo al ex presidente de Boca. Si bien se presume que Angelici no impugnaría la participación de Macri (p) por un tema formal, el fallo que le impidió competir a Adrián Pérez en 2010 es un precedente difícil de soslayar.
Justamente fue el Tribunal Superior de Justicia que inhabilitó a Pérez, el que, llegado el caso, debería definir la suerte del intendente en uso de licencia de Vicente López. Con una conformación distinta a la de aquel momento, el TSJ hoy está constituido por Marcela De Langhe -de confianza de Rodríguez Larreta-, Santiago Otamendi -cercano a Germán Garavano, pero también votado por el radicalismo-, Alicia Ruiz -de mucha relación política con el kirchnerismo, pero también familiar: es la tía de Nicolás Kreplak-, Luis Lozano -del radar de Olmos- y lo preside Inés Weinberg de Roca que fue en su momento propuesta por Macri para la procuración general.
Un conteo rápido podría suponer que la suerte domiciliaria de Macri (p) no está definida aún, pero hay un aspecto político que ayer escuchó Emiliano Yacobitti de parte de un peronista porteño: “Ojo con seguir hinchando las pelotas con el domicilio de Jorge porque a vos te conviene competir contra él antes que contra Vidal”. El alerta tiene sentido porque, si bien ella insiste con que no hay más alternativas para su futuro que una candidatura presidencial, si Macri ve peligrar la Ciudad podría tomar una decisión para la cual no tiene demasiadas opciones. Tal vez por eso desde anoche en el entorno de Lousteau barajaban a Emmanuel Ferrario o Soledad Acuña como posibles compañeros de fórmula del líder de Evolución. Un dato para nada anecdótico con la nueva dinámica interna de PRO: Fernán Quirós, el muy bien valorado ministro de Salud porteño, todavía es precandidato a jefe de Gobierno. Esta decisión de Larreta tiene un beneficio extra para el candidato del PRO que no fue ponderado en los análisis de ayer. Al ir descalzado de la boleta nacional, uno de los principales perjudicados es el candidato a jefe de Gobierno por Milei, Ramiro Marra. Sin la boleta del economista, las posibilidades de desempeño de Marra disminuyen y aumentan, por lo tanto, las del candidato oficialista.
El sismo en PRO también dejó de lado en una variedad de referentes el afecto por las posturas republicanas. Era hasta divertido leer al ex encargado de comunicación estratégica durante la presidencia de Macri, Hernán Iglesias Illa, pedir sin complejos que la modalidad electoral a adoptar fuera no la más transparente, ni la que su espacio impulsó en cada proyecto de ley, sino la que más beneficiara al primo de su jefe político y hasta dar a entender que Jorge Macri podría, como ministro de Gobierno, no implementar lo decidido por el titular del ejecutivo porteño. Todo esto mientras, este mismo fin de semana, se quejaba amargamente en Seúl -el medio partidario que dirige- sobre los éxitos electorales de Axel Kicillof, que atribuyó a “como se ganan casi siempre las elecciones bonaerenses: en la boleta del presidente elegido ese mismo día”. El chiste se cuenta solo.
La torpeza, sin embargo, propone un análisis operativo. Quien venía llevando adelante las conversaciones con la justicia electoral para la organización de las elecciones es Sergio Iacovino, hombre del ministro de Gobierno porteño que ya se manifestó en contra de la propuesta. Según pudo averiguar #OffTheRecord, tampoco conmueve la decisión del jefe de Gobierno a María Servini de Cubría ni a la Cámara Nacional Electoral.
Sykes Picot fue el acuerdo por el cual Francia y Reino Unido se dividieron Medio Oriente después de la Primera Guerra Mundial. Las líneas que trazó enlazaron a grupos étnicos, nacionales y religiosos diversos y enfrentados y dividieron muchas veces a grupos afines, volviéndose un obstáculo para la paz duradera en lugares como Líbano, Siria, Irak o la propia Palestina. ¿Estamos hoy ante la delimitación definitiva de nuestro sistema político? ¿Seguirán existiendo las mismas fronteras después que sus dos líderes hayan dado un paso al costado y no sean parte de las elecciones de este año? ¿O vendrán nuevos reagrupamientos, en los cuales, por ejemplo, Larreta y sus aliados tendrán más vínculo con gobernadores peronistas y sectores del massismo? It’s a developing story.
Bonus track:
- Los infortunios en la política argentina se reparten por turnos. Mientras Juntos explota en su interna, el gobierno intenta reordenar la economía de cara a los efectos de la sequía. Desde el Ministerio aspiran a recibir cinco mil millones de dólares adicionales de créditos del BID y el Banco Mundial e interpretan que el cambio de metas de reservas con el Fondo modificaría también el cronograma de pagos, por lo que no debería afrontar vencimientos en el año. El rojo que Argentina debería completar este año, de acuerdo a los cálculos extraoficiales de Hacienda, rondaría los 4 mil millones. Una cifra nada despreciable, pero que -tras las negociaciones en el exterior- sería mucho menor a la que surgía de las alarmas iniciales.
Si descubriste que las historias de las internas políticas despiertan tu interés, en Cenital podemos ofrecerte otra para maratonear. La firma Facu Cruz en su última edición de #LaGenteVota, y provoca desde el título: ¿Y si el MPN pierde? Si no estás empapado de lo que pasa en Neuquén, te cuento que el Movimiento Popular Neuquino ganó todas las elecciones a gobernador de las que participó desde su fundación en 1961. Y quien puede terminar esa racha es el candidato que encabezó su propia lista para diputados nacionales en 2021, que rompió y ahora desafía por afuera.
Iván Schargrodsky | Cenital
